Dos almas que se encuentran,
se miran, se atraen
en el silencio de la noche
las palabras sobran sin reproche.
Corazón inquieto y traviezo
cual niño inocente,
temeroso de dar el primer beso;
pequeño tierno adolescente.
Al tocar tus manos con las mías
puedo sentir gran emoción,
que no es sólo atracción,
que provocas en mí alegrías.
No sabemos lo que sucedió,
que en tí cambió,
será la inmadurez
a tu escaza timidez.
Fue un amor fugaz
misterioso quizás,
como el lenguaje mismo
del amor silencioso. ©
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